‘Fringe’, la montaña rusa tranquila

Hablar de Fringe es fácil. Hablar bien de algo siempre lo es. En mi caso empecé a ver la serie con 5 o 7 capítulos ya emitidos y fue una bendición. Todos sabemos que la primera mitad de la primera temporada fue más bien floja, con una serie que no sabía del todo bien hacía donde quería cargar. No sabías si era un Expediente X, un Lost encubierto, un simple procedimental más o menos bien hecho…

Ahora es totalmente inverso. Pese a sus problemas de audiencia, Fringe tiene muy claros sus puntos fuertes y débiles, no sólo ante el público, también ante la crítica. Al espectador especialista, entregado, le va más la trama transversal, el serial. En cambio al espectador no habitual, como es fácil suponer, le van más los capítulos autoconclusivos, fáciles de seguir si te pierdes alguno. ¿Y a la crítica? Principalmente se valoran los argumentos de larga duración (que están más asentados) y las buenas actuaciones. Y aquí es dónde Fringe da en el clavo.

Ahora mismo la serie está en un momento dulce, donde todo va encajando y hasta se permiten regalar momentos de lucimiento a sus protagonistas (como lo fue hace un tiempo el capítulo especial musical-cine negro).

Para los que no hayan visto los últimos capítulos, no comentaré nada del argumento, pero está claro que con Walternate, John Noble tuvo la oportunidad de demostrar que el buen hacer no se limita sólo a un Walter Bishop completamente loco. Aunque sea un caramelo que Noble ha sabido degustar y hacernos saborear.

Después de eso, el resto de personajes principales, encarnados hasta ahora con solvencia, pero sin alardes por Ana Torv y Joshua Jackson, debían mostrar un mayor abanico de reacciones. Olivia no podía ser siempre la fría y a la vez agradable agente de la ley y Peter no podía ser siempre el medio canalla alegre que tiene un pasado medio olvidado.

Sobre todo en el último capítulo (Reciprocity) hemos empezado a ver a Peter evolucionar, reaccionar ante la realidad. Y eso le hace ganar enteros a Fringe ante la crítica y ante los espectadores habituales. Es más, creo que toda mutación de personajes ayuda a gustar más a todo tipo de espectadores, que lo que más buscan es cambios en las series que ven. Como ejemplo los culebrones, donde cada día tienen que cambiar cosas, aunque después todo siga igual.

Y este último capítulo nos ha traído otro valor importante, la vuelta de la trama serial, esa máquina misteriosa. Tengo que admitir que a mi me tiran más los capítulos serializados que el resto, pero en este caso creo que la opinión es general. Ahora Fringe ya no puede dar la espalda a su argumento transversal. Porque así, poco a poco, es como va logrando que nos enganchemos a ella, haciendo aparecer de la nada los alambres de un guión más sólido de lo que estamos acostumbrados.

Debo resaltar esto de «aparecer de la nada», puesto que lo mejor de Fringe ha sido que no hay capítulos autoconclusivos y seriales muy diferenciados, sino que hay casos con consecuencias claras en el argumento serial y casos con menos relevancia posterior. De aquí que hablemos de una montaña rusa tranquila, dónde las subidas (capítulos conclusivos) no molestan y las bajadas son trepidantes, pero sin llegar a molestar a los menos fans de las atracciones fuertes. En contraposición, por ejemplo, al último capítulo de Castle, otra vez centrado en el eterno caso del asesinato de la madre, que es como un capítulo totalmente independiente, de otra serie.

Esperemos que el cambio de horario de Fringe, como parece, no haya debilitado a la serie y, y con eso me conformo, por lo menos tengamos un final bien hilado, aunque tenga que ser pronto. Mirad si me conformo con poco.

Acerca de arnaudominguez

Periodista desde los 18, he tenido la oportunidad, en muchas etapas de mi trayectoria profesional, de unir placer y trabajo ejerciendo de crítico televisivo. Profesionalmente he pasado por prensa, radio, televisión e Internet y por distintas empresas de cierta envergadura como técnico en comunicación corporativa. Actualmente compagino varios blogs con mi trabajo en el Departamento de Prensa de Endesa y mis colaboraciones con el programa La Caixa Tonta. En la variedad está el gusto, dicen.
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