American Horror Story, entre el homenaje, la parodia y la paranoia

La objetividad no existe. Por suerte en nuestra generación nos lo enseñaron ya a primero de carrera: no se puede ser objetivo. En el caso de las críticas artísticas (crónicas personales, artículos de opinión o como prefiráis llamarlo) el redactor aún dispone de más margen para aportar su particular visión del tema, aunque normalmente se intenta sustentar en unas reflexiones más o menos fundamentadas. Hoy esto aún será menor, ya que hablar de American Horror Story es hablar de una serie tan especial que requiere reafirmar que todo lo que explicaremos será altamente subjetivo.

«¿Por qué?» algunos os preguntaréis, pues porque American Horror Story (AHS) aborda un género muy personal como es el del terror y lo hace además con un estilo particular que mezcla los cánones clásicos con una construcción temporal y rítmica altamente incómoda, hecho que la convierte en una maravilla o en lo más odiado de esta temporada.

Historia

Empecemos por el principio. Para los que no conozcan la serie, AHS trata, en grandes rasgos, de una familia que llega a una casa con fantasmas o espíritus de habitantes anteriores muertos en dramáticas circunstancias. Así de simple, típico, tópico y clásico. Está claro que si nos quedamos con la historia más general, con la ‘excusa’ de la serie, ésta no tiene ningún tipo de gancho más allá de los fans del género.

El siguiente paso es tener en cuenta la estética, por si se sale de lo habitual en el terror. Y no es así. Los cánones de iluminación, los ángulos de planos, la decoración… Todo esto responde totalmente a los tópicos, pero es precisamente por esto que la producción gana enteros. Estamos ante un producto que homenajea con altísimo respeto y meticulosidad, ganando capítulo tras capítulo gracias a una estética cuidada y sólida, que no se sale fuera de los cánones, sino que los repite con cierta idolatría y con calidad.

Romper desde dentro

Viendo esto más de uno habrá pensado que el loco soy yo de definir AHS como un rara avis, puesto que hasta ahora no he hablado de nada que se salga de la norma. Aunque repetir esquemas del terror en televisión no es habitual, lo que sí que es innovador es el trato que la serie hace de los elementos más específicos y del tiempo y ritmo narrativo. Si decíamos que la trama a grandes rasgos era típico y tópico, el trato que la serie hace de los distintos personajes, momentos y enlaces argumentales no es tan frecuente en el terror.

Repasando los clásicos del género todos veremos muy claro que la entidad de las víctimas brilla por su ausencia, en cambio en AHS son éstas las que nos atraen por su periplo mental. A la vez, los ‘malos’ son mucho más atractivos, complejos y, sobre todo, múltiples de lo normal. Tenemos multitud de personajes con oscuros secretos que nos incomodan pero a la vez nos captan.

Esta virtud de la serie viene de la mano de otra de sus características más alabadas: la calidad de su cast. Ya en su piloto vemos que el guión pedirá mucho de los actores y así es, pero lo mejor de todo es que responden a la perfección. En primer lugar tenemos a la familia protagonista, con una Connie Britton que demuestra su cintura para ir modificando la personalidad de la matriarca, una desconocida Taissa Farmigia que aprovecha al máximo su fisonomía grunge y un Dylan McDermott un paso por detrás al que cuesta valorar hasta que se aprecia el vacío de sus ojos, muy de acuerdo con el personaje.

Junto con ellos tenemos a la que pensaba que sería la estrella del show, la magnífica Jessica Lange, que demuestra a cada plano que la clasicidad no está reñida con la televisión actual, sino que aún le otorga más contundencia. Sus momentos de locura, de rabia, de despotismo o de desmoronamiento son de una rotundidad épica. Pero, para mi, la gran sorpresa ha sido el joven Evan Peters, una suerte de Kurt Cobain enamorado y traumatizado por el mundo que le rodea. Su capacidad para moverse en roles distintos sin dejar de ser siempre Tate es un gran valor de la serie.

Punto y a parte merecen los secundarios o personajes casi episódicos, algunos de ellos tan conocidos como Zachary Quinto (Sylar en Heroes) o Eric Stonestreet (Cam en Modern Family) y otros desconocidos, pero todos con roles realmente interesantes. Aquí radica esa virtud que comentaba de AHS, en la meticulosidad en el trato de los pequeños elementos, que son los que ayudan a crear un gran todo.

La incomodidad perseguida

Al principio sentenciaba que el terror es un género que gusta o no gusta, esto es debido a que su función es la de incomodar al espectador. Algunos están contentos ‘pasándolo mal’ como suele decirse, otros simplemente lo pasan mal. Lo que está claro es que, como creadores, Ryan Murphy y Brad Falchuk han perseguido este objetivo al máximo, usando todos los elementos que tenían en su mano. El que más sorprende es el ritmo y el orden en el relato. O más bien el desorden.

‘En mi opinión’, los primeros episodios de AHS son una tortura para los más racionales, ya que las piezas del puzle están tan desordenadas que no se entiende absolutamente nada. Y no es un error, sino un medio para, desde el primer momento, poner al espectador en una situación de inestabilidad, de incomodidad, en la que todo va a afectarle más.

engo que reconocer que, siendo totalmente subjetivo, yo he disfrutado más de la serie a medida que avanzaba y iba entendiendo más el hilo general. La duda es si mi gozo hubiese llegado sin esa incomodidad inicial.

Sólo faltaría hablar del altísimo, oscurísimo y perverso contenido sexual de AHS, pero sería ahondar más en lo mismo, los tópicos del género elevados a su máximo exponente que, por cierto, son en si mismos una parodia del terror. Y es que no siempre hace falta parodiar los géneros desde el humor directo. Repitiendo los clichés también se pone en tela de juicio el terror, puesto que la parodia, por definición, es una imitación.

En resumen, estamos ante una apuesta que gustará o no gustará, pero a la que no se puede negar un valor como elemento singular (lo demuestra la extrema longitud de este post, por la que pido perdón). A mi, personalmente, en sus primeros compases me incomodó pero me motivó ver algo que me hacía pensar en David Lynch y David Cronenberg adaptando los tópicos de Stephen King. Ahora, con el paso del tiempo, veo que estoy disfrutando de algo único en la televisión actual, aunque siempre con las dudas de esa renovación que, por ahora, parece peligrosa dadas las características extremas de la apuesta.

Acerca de arnaudominguez

Periodista desde los 18, he tenido la oportunidad, en muchas etapas de mi trayectoria profesional, de unir placer y trabajo ejerciendo de crítico televisivo. Profesionalmente he pasado por prensa, radio, televisión e Internet y por distintas empresas de cierta envergadura como técnico en comunicación corporativa. Actualmente compagino varios blogs con mi trabajo en el Departamento de Prensa de Endesa y mis colaboraciones con el programa La Caixa Tonta. En la variedad está el gusto, dicen.
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2 respuestas a American Horror Story, entre el homenaje, la parodia y la paranoia

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